Sin lugar a ninguna duda, la leche materna es el producto específico para alimentar a los bebés desde el nacimiento, ya que provee las sustancias esenciales y una combinación de nutrientes equilibrada, que es lo que el recién nacido necesita. Facilita de manera óptima la formación del vínculo madre-hijo, generando una relación estable y profunda entre ambos. El inicio de la alimentación suplementaria no implica la supresión de la lactancia. La leche materna proporciona la velocidad de crecimiento ideal para el niño durante el primer año de vida. Es fácilmente digerida y absorbida, favorece el rápido vaciamiento gástrico, el buen funcionamiento intestinal y el desarrollo de la flora microbiana.
La leche materna es el alimento ideal que permite lograr el crecimiento y desarrollo adecuados, debe ofrecerse en forma exclusiva y a demanda hasta los 6 meses. Pasado este período, el bebé requiere complementar su alimentación con otros alimentos, debido al rápido crecimiento corporal, a la necesidad de aprender a masticar y a comer solo. La incorporación progresiva de alimentos semisólidos le generará nuevas sensaciones y reacciones, a las que el niño irá acostumbrándose paulatinamente, continuando la lactancia materna como mínimo hasta el año.
No existe un criterio unánime sobre el orden de incorporación de los nuevos alimentos ni tampoco sobre el momento ideal para iniciar la alimentación complementaria a la leche materna (aunque se sugiere no retrasarse más allá de los seis meses) La Academia Americana de Pediatría (AAP) no establece ninguna recomendación detallada sobre el orden o la cantidad de los alimentos, pero destaca que su inicio debe hacerse en función del grado de desarrollo. El bebé debe ser capaz de sentarse derecho, seguir con la vista el alimento que se ofrece, diferenciar con sus gestos hambre y saciedad, desear la comida de los adultos y carecer del reflejo de extrusión (o sea que al apoyarle la cuchara debe cerrar la boca)
Aproximadamente a partir del sexto mes, el bebé puede estar sentado en una silla alta, segura y cómoda. Es conveniente que la primera cuchara sea de plástico, tanto por seguridad como para evitar el frío contacto con el metal. La misma debe ser pequeña y preferentemente de colores llamativos, para que el niño la asocie con la comida.
Es conveniente introducir los nuevos alimentos de a uno, en pequeñas cantidades y con una semana de separación por lo menos, para observar su tolerancia e identificar sus preferencias. Suele comenzarse con frutas y papillas de verdura o de cereal sin gluten. Posteriormente se irán incorporando cereales con gluten, carne, pollo, derivados lácteos, pescado y huevos. Las verduras y hortalizas aportan vitaminas, minerales y fibra vegetal, que carece de valor nutritivo pero es muy beneficiosa para el buen funcionamiento intestinal. Para aprovechar al máximo el potencial nutritivo de las verduras, se deben cocinar el menor tiempo posible y con escasa cantidad de agua, preferentemente al vapor o en olla de presión.
Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de UNICEF, sugieren dar pecho antes de los otros alimentos para que la madre continúe teniendo mucha leche y ofrecer alimentos variados. "Ofrecer" significa que si quiere come y si no quiere NO. Muchos niños no quieren nada más que pecho hasta los 8 meses o más.
Cuando el bebé es alimentado exclusivamente con leche materna, no es necesario que beba agua, ya que su sed, aún en épocas de elevadas temperaturas, se satisface mediante la leche. Posteriormente, con el comienzo de la alimentación, se incorporará el agua, que es necesaria para acompañar a los semisólidos y se ofrecerá en vaso irrompible (común o con tapa)
¿Cómo se determina la cantidad de agua que un niño necesita?
Simplemente, satisfaciendo su sed. Además hay que tener muy en cuenta la calidad del agua que se le brinda al niño.
En cuanto a los jugos de fruta natural, son una excelente fuente de vitaminas si se consumen inmediatamente de ser exprimidos. Con referencia a los jugos de fruta artificiales, su valor nutritivo es muy desigual, además de poder contener una muy elevada proporción de azúcar.
La leche es el alimento natural más completo y no debe faltar en la alimentación infantil. Según las preferencias del niño, puede llegar a reemplazarse por sus derivados, dado que el yogur o el queso tienen un valor nutritivo muy similar al de la leche y son excelentes alimentos para los niños en crecimiento.
Los cereales pueden consumirse en forma de granos o de harinas. El principal componente de los cereales es el almidón, que constituye una importante fuente de energía. Según el grado de procesamiento de los cereales se obtienen harinas refinadas o sémola. Las primeras son más digeribles, pero tienen menor valor nutritivo. El gluten es una proteína que se encuentra en el trigo, la avena, la cebada y el centeno. Es una sustancia que hay que tener muy en cuenta, no por su valor nutritivo, sino porque hay quienes no la toleran. Estas personas son las que padecen de "enfermedad celíaca". Por este motivo no deben proporcionárseles a los niños menores de 6 meses harinas con gluten, ya que antes de esta edad el intestino no está preparado para digerir dicha sustancia. Las harinas sin gluten son las de maíz, arroz y tapioca. Pasados los 6 meses es cuando pueden incorporarse otras harinas y derivados (galletas, pan, pastas, etc.)
Todas las carnes contienen proteínas de alta calidad; sin embargo debe
considerarse el contenido de grasa. Por tal motivo debe moderarse el consumo de carnes muy grasas como la del cerdo o del cordero.
Es importante...
- Consultar con el pediatra, antes de iniciar la alimentación complementaria.
- Para favorecer la diferenciación de los sabores y prevenir la hipertensión desde los primeros años de vida, conviene acostumbrar a los niños a ingerir los alimentos con la menor cantidad de sal que sea posible.
- Cada nuevo gusto necesita de un período de adaptación.
- La cantidad y consistencia de la comida deben ser progresivas. Pueden pasar días o semanas hasta que el pequeño se adapte. Inicialmente, los alimentos deberán ser "pisados" o "colados"; pero es conveniente que el niño se acostumbre a comer alimentos "picados" antes del año de vida.
- El jugo de la carne no tiene valor nutritivo; es sólo una solución salina con escasas proteínas.
- El control periódico del peso del niño ofrece una guía confiable para calcular si el aporte nutritivo es el adecuado. No existe una cantidad de alimento que el niño deba ingerir. Es conveniente comenzar con pequeñas porciones, que se irán aumentando a medida que el niño coma y desee más.
- La cena se introduce recién cuando el niño se ha habituado al almuerzo, más cerca del año.
- Confíe en su hijo: si tiene hambre, comerá.
- Los conflictos con los niños en torno a la comida son mucho más fáciles de prevenir que de tratar. No obligue a comer a su hijo, por ningún método, bajo ninguna circunstancia y por ningún motivo.
- La lactancia materna prolongada (hasta aproximadamente los 12 meses o más), adecuadamente complementada, proporciona la velocidad de crecimiento óptima para el niño, durante su primer año de vida.
- Al cumplir un año, la alimentación debe ser lo más variada, completa y equilibrada posible.
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