Las francesas ( y los franceses, claro está) no se privan de unos buenos vinitos, magníficos quesos, una buena baguette, ni de desgustar un exquisito chocolate (ahhh...) y sin embargo, mantienen su peso sin inconvenientes. De hecho constituyen la población con menos problemas de obesidad de Europa. Digamoslo de esta manera, la población francesa tiene el peso promedio per capita más bajo del mundo occidental.
Casi en las antípodas de los norteamericanos que a pesar de haber disminuído en los últimos 50 años casi un 35% el consumo de calorías, la tasa de obesidad aumentó, en el mismo período, un 400%. La “epidemia de obesidad” es causada por la globalización de los hábitos de comida norteamericana. Impacta a los países occidentales y también a los que han desarrollado un estilo de alimentación saludable durante milenios como China, Japón e India.
Michel Montignac, autor de numerosos libros sobre la dieta francesa, explica el secreto que impide que la población francesa engorde y ofrece una solución posible para perder peso, mantenerse saludable y no volver a engordar.
Vegetales y pastas al dente con aceite de oliva. Foto: Ravi_D
Por qué fracasan las dietas hipocalóricas
La tradicional dieta hipocalórica es ineficiente, comenta Montignac, porque mientras más se reducen los aportes calóricos, más el cuerpo aumenta su rendimiento energético, por instinto de supervivencia. Es decir que mientras menos calorías se le den al organismo, por paradójico que parezca, menos calorías consume.
Este es un legado que nos llega del fondo de los tiempos, cuando la especie humana vivió al borde de la extinción durante milenios. Ante la sóla sospecha de una hambruna, el cuerpo reserva grasas por las dudas. Por ofensivo que nos pueda parecer, nuestro cuerpo actúa como el perro famélico que entierra los huesos; cuanto más necesitado está, más pasión pone en guardar huesos y apenas se alimenta. Así se debilita cuando más lo necesita (contrariamente a lo que creían nuestras abuelas, los nenes gorditos no son sanos...). No podemos escapar a nuestra herencia biológica...
Por eso, cuando se vuelve a comer normalmente (pues no se puede vivir a dieta indefinidamente), el organismo se ve confrontado a un exceso de energía que almacena en grasas de reserva. Entonces, el aumento de peso hasta puede ser superior al que se perdió durante la dieta. El cuerpo se acostumbra a este mecanismo y se vuelve progresivamente más resistente al adelgazamiento.
Las dietas hipocalóricas son peligrosas pues generan carencias en micronutrientes indispensable (sales minerales, vitaminas, oligoelementos, ácidos grasos esenciales). Esto se traduce en una grande fatiga y una mayor vulnerabilidad a las enfermedades pues disminuyen las defensas.
Además, como los aportes proteicos no son suficientes, la masa muscular tiende a disminuir y es remplazada por grasa cuando se aumenta de peso.
El Método Montignac
El método Montignac no es una dieta en el sentido tradicional de la palabra. Una dieta, en el sentido de regimen para adelgazar, es una manera de alimentarse que, de un punto de vista cuantitativo y restrictivo, solo se puede seguir durante un tiempo limitado. Montignac en cambio propone un modo alimenticio equilibrado y no restrictivo cuantitativamente. Más que una dieta en el sentido convencional, lo que propone es un estilo de vida.
La base de la dieta impulsada por Montignac es el índice glicémico. Según Montignac, tal cual leímos más arriba, la ingesta de calorías no es la responsable de nuestro aumento de peso, sino que engordamos porque comemos mal y no porque comemos mucho, como habitualmente creemos.
El tipo de comida que actualmente ingerimos estimula reacciones metabólicas que tienden a almacenar las grasas en vez de quemarlas. Aunque este principio se aplica a todas los alimentos, la elección de los carbohidratos es decisiva. Aquí entra en juego el índice glicémico. (Ver mas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario