22 abr 2009

¿FIGURA DE PERA O PERFIL DE MANZANA?



Si la grasa se ha acumulado en la cadera la figura que tiene es de pera, y si es en el abdomen será de manzana, siendo de mayor peligro

Identificar si su cuerpo comienza a adquirir la forma de una pera o es más parecida a una manzana, determinará la posibilidad de que esa grasa acumulada en su cuerpo predisponga en mayor o menor medida en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, y problemas renales.

Dependiendo de las zonas donde se acumule la grasa, la figura puede adquirir la forma de estas dos frutas. Usted tiene figura de pera si el volumen de grasa se encuentra en cadera, glúteos y muslos; en cambio parecerá manzana si tiende a ganar peso principalmente en el área del abdomen, explica el Dr. Juan Díaz Salazar, miembro de la American Diabetes Association.

“A pesar de que la figura de pera es más típica de la mujer y la de manzana propia del hombre, esta última es más peligrosa que la otra y también suele aparecer en la población femenina, debido a que se llevan inadecuados hábitos de vida y una alimentación rica en carbohidratos y grasas, con los riesgos que ello implica para sus arterias y su corazón”.

“Lo preocupante es que además de los daños que el sobrepeso y la obesidad tienen para la salud, las personas con figura de manzana tienen una mayor predisposición a desarrollar diabetes mellitus, hipercolesterolemia e hipertensión arterial y, en consecuencia, eventos graves como infarto del corazón, enfermedad vascular cerebral y daño renal”, precisó el endocrinólogo.

El doctor Juan Díaz Salazar, quien también es miembro de la Sociedad Mexicana de Nutrición y Endocrinología, manifestó que en la figura de pera, los adipositos se concentran en zonas de menor riesgo, mientras que la forma de manzana resulta mucho más peligrosa para órganos vitales, ya que el hígado se enfrenta a altas concentraciones de grasa que se dirige a las arterias, los pulmones, el cerebro y el corazón, provocando lesiones arteriales, intolerancia a la glucosa, aumento de los lípidos en la sangre, cardiopatías y lesiones cerebrales.

“La obesidad ginecoide o de pera, presenta una menor relación con estas enfermedades, pero en ningún caso debe descuidarse, ya que por acumularse en muslos, cadera, glúteos, pantorrillas y tobillos se relaciona con trastornos vasculares como varices, flebitis, celulitis; y en ciertos casos insuficiencia vascular periférica, es decir, mala circulación en las piernas”, dijo.

En la actualidad -expresa el endocrinólogo- el foco de atención es la llamada obesidad androide ya que constituye un importante factor de riesgo cardiovascular tanto en hombres como en mujeres, por ello es importante conocer la distribución corporal de nuestro cuerpo así como determinar si estamos o no en posibilidad de presentar con el tiempo diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, aterosclerosis, infarto del corazón o enfermedad vascular cerebral.

El doctor Juan Díaz Salazar, explicó que una fácil manera de identificar el riesgo cardiovascular es a través de la medición del perímetro de la cintura, que consiste en colocarse una cinta métrica alrededor de la cintura y ver cuanto mide. “Se considera que los hombres cuya cintura mide más de 94 centímetros y las mujeres cuya cintura supera los 80 centímetros corren un riesgo importante de desarrollar una enfermedad cardiovascular o sufrir un accidente vascular cerebral”.

Existen tres puntos clave para combatir la obesidad. El primero consiste en llevar una alimentación equilibrada, rica en frutas, verduras, pescado, y baja en grasas saturadas (son las de origen animal) y azúcares, señaló el especialista.

El ejercicio a partir de la práctica de algún deporte o actividad física regular, como caminar 30 minutos cinco días a la semana, contribuye a incrementar el ritmo cardiovascular, mejorar la circulación, quemar grasa, mantener un peso adecuado y en general a mantener una buena salud.

“Y en aquellas personas con sobrepeso u obesidad, es muy importante determinar si ya existen enfermedades asociadas como diabetes, hipertensión arterial o colesterol elevado, con la intención de brindar tratamientos farmacológicos que reduzcan la posibilidad de padecer trastornos cardiovasculares”.

El especialista mencionó que entre los principales factores de riego que suelen aparecer con la obesidad está la elevación del colesterol y la hipertensión arterial, enfermedades que deben ser atendidas de manera integral a partir de innovadores enfoques terapéuticos, que además de controlar el incremento de grasa en sangre y la presión arterial, contribuyan a prevenir complicaciones y muerte por infarto del corazón y enfermedad vascular cerebral.

“En el caso específico de la hipercolesterolemia existe la combinación de ezetimiba y simvastatina, medicamento único, que logra actuar en las dos vías productoras del colesterol: el hígado y el intestino; en tanto que para el control de la hipertensión, losartán ha demostrado que además de bajar la presión, reduce en 39 por ciento el riesgo de muerte por infarto del corazón y accidente vascular, además de proteger los riñones, disminuyendo en 28 por ciento la progresión de la enfermedad renal terminal, grave condición en la cual el paciente requiere diálisis y transplante para sobrevivir”, puntualizó.

La prevención es lo primero, por ello lo más importante es llevar un estilo de vida saludable, comer sanamente, lograr un peso corporal óptimo, no fumar y tener a los principales factores de riesgo bajo control, concluyó.

/esmas.com

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