22 dic 2008

CUARTA SEMANA DE ADVIENTO


...Y darás a luz un Hijo.

LA FAMILIA

La familia es una realidad cardinal en la vida y a la vez una paradoja. Junto a la familia nos encontramos hoy su impugnación y «contestación».

Cristo asume y acepta la realidad familiar, comulga con ella, pero a la vez la pone en cuestión muy radicalmente. En los medios católicos tradicionales, y en otros medios, ha habido como una absolutización de la familia, una especie de idealización. La familia lo era todo, y en aras de la familia había que sacrificarlo todo. Jesús da un rotundo «no» a esta concepción. La desmitificación que hace Jesús de un exagerado aprecio de la familia se extiende a todos los aspectos de la cuestión, a la vocación social, la vocación política, la vocación personal... que nunca pueden ser absorbidas por el grupo familiar cerrado.

La evolución actual nos hace comprender mejor esta puesta en cuestión del absolutismo familiar. Los jóvenes reciben fuera de la familia tanto como dentro de ella. Reciben de fuera cada vez más las ideas, la cultura, la enseñanza, la amistad, incluso el dinero, el alimento y el techo, pues muchos trabajan, ganan y viven fuera gran parte del tiempo. El grupo familiar queda en cierto modo homologado con los otros grupos humanos.

En medio de estos días de reuniones familiares, la liturgia de la Iglesia nos presenta hoy la festividad de la Sagrada Familia y, por extensión, celebramos también el Día de la Familia.

Se habla de la familia como célula de la sociedad, lugar en que el hombre se hace persona, se humaniza, da y recibe, aprende a amar.

Así entendida, la familia es fundamental para el desarrollo personal, pero, y no lo olvidemos, también determina, como célula que es, la forma y fondo de nuestra sociedad.

María y José presentaron al niño en el templo; es un gesto que se hacía con todos los primogénitos, significando que el niño no les pertenecía, sino que, en última instancia, pertenecía a Dios. Tras este gesto se deja ver que el suyo no es un amor posesivo ni limitado y, tanto es así, que Jesús, el Hijo, nos propone un paso más: todos los hombres somos hermanos, pertenecemos a una misma familia.

ORACIÓN

María, un día dijiste sí,
y toda la humanidad entró en la Luz.
Te turbas, te preguntas y preguntas,
pero tu corazón confía totalmente en la Promesa.
Dios habita en ti y te colma de gracia.
Tu corazón sabe que nada es imposible para Dios.
Tu «SÍ» es dicha, y tu gozo se comparte.
Maravillada, corres a visitar a tu prima Isabel,
que también espera un hijo.
¡Qué grande es el Señor!
¡Que nuestros corazones se abran contigo a la Luz
y salten y exulten de alegría!

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