12 ene 2010

Objetivo 2010: conseguir que mi dieta sea sana y equilibrada


¿Cómo lograrlo? Te contamos qué hábitos seguir y cuáles evitar

Los Reyes Magos, la famosa ‘Cuesta de enero’, las Rebajas... son sólo algunos de los ‘clásicos’ de cada comienzo de año a los que, cómo no, se suman también los buenos propósitos a cumplir en los meses venideros. ¿En el ‘top ten’? Dejar de fumar, aprender idiomas, perder esos kilos de más... Pues bien, nosotros nos centramos hoy en este último apartado. Una ‘misión’ para la que no existen ‘dietas milagro’ que valgan, y cuya mejor ‘receta’ sabemos de memoria: la combinación de ejercicio + dieta equilibrada. Pero... ¿cómo conseguir que esa dieta sea equilibrada? Obviamente, la mejor opción pasa siempre por ponerse en manos de un nutricionista experto que nos trate de forma personalizada. Estos que te proponemos aquí son de forma genérica algunos de los errores más comunes que nos llevan a una alimentación menos saludable de lo que debiera:

· Comemos más de lo que necesitamos

Nuestras costumbres sedentarias (del ascensor al coche, del coche a la escalera mecánica, de ahí a la silla, con teléfono, teclado, pantalla de ordenador... todo al alcance de la mano) reducen en gran media nuestra actividad física. Al producirse esa reducción, las necesidades alimenticias y el tipo de productos que consumimos tendrían que ajustarse proporcionalmente. Sin embargo, la realidad es otra: las comidas son muchas veces más copiosas de lo adecuado y suelen tener una gran densidad energética, es decir, muchísimas calorías.

· Exceso de grasas


Como decimos, en muchas ocasiones tomamos más grasas de las aconsejadas, lo cual es muy poco recomendable, ya que su ingesta no controlada favorece la aparición de enfermedades cardiovasculares y eleva los índices de colesterol en sangre. Algunos ‘trucos’ para su reducción pasan por: desgrasar los sopas, caldos y guisos; separar las partes grasas de las carnes y sustituir éstas últimas por pescado.

· ¡Más hidratos y menos azúcares!


El pan, las patatas, la pasta, el arroz, las legumbres... además de económicos, son productos que contienen un elevado aporte de hidratos de carbono capaces de proporcionarnos una sensación de saciedad de la forma más saludable. No así los azúcares sencillos (por ejemplo la sacarosa, utilizada en las preparaciones de repostería), que también producen una reacción de saciedad pero poco prolongada, y además, provocan la aparición de caries dentales.

· Deficiencias en elementos minerales

En concreto, son frecuentes las carencias de hierro y calcio. Contienen hierro las carnes (en particular el hígado) y las legumbres. Conviene saber que la vitamina C, presente en cítricos y en otros vegetales, facilita su mejor absorción, que siempre es pequeña. El calcio lo proporcionan, en especial, todos los alimentos lácteos. Su consumo es de vital importancia en épocas de crecimiento.

· Demasiado alcohol

En cantidades moderadas, el alcohol (una copa de vino o un vaso de cerveza al día) puede tener, incluso, cualidades beneficiosas para la salud; sin embargo, en altas dosis no sólo es nocivo sino que agrava el problema de una dieta hiperenergética al proporcionar calorías vacías (sin nutrientes importantes).

· Mala distribución de las comidas

El desayuno, en general, es demasiado ligero (muchas veces no pasa de un café con galletas) y no suele cubrir las necesidades de una mañana de trabajo. Por el contrario, la comida suele ser excesiva al igual que la cena, también demasiado copiosa. La solución, comer poco y varias veces al día.

hola.com

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