23 dic 2009

Un año: la primera Navidad de tu hijo


Los niños son los principales protagonistas de las fiestas navideñas. Las luces, los regalos, las comidas… todo les llama la atención. Con un año son demasiado pequeños para comprender la Navidad plenamente, pero no para disfrutarla. Descubre cómo hacer de estas fechas una feliz experiencia para tu hijo sin desbordarle.

Para que estos días se conserven en la memoria inconsciente del niño como un recuerdo agradable, conviene que los padres encontremos la forma de combinar las celebraciones de la Navidad en familia con el respeto a los ritmos propios de un niño de un año. ¡Aún es muy pequeño!

Los niños son menos flexibles que los adultos y no tienen nuestra capacidad de adaptación. Así que conviene tomar algunas precauciones.

¿Dónde celebramos la Navidad con un niño de un año?


Es preferible que las celebraciones navideñas se hagan en nuestra casa, así el pequeño no perderá de vista su entorno habitual que le da seguridad. Con un año, los bebés ya echan de menos su ambiente.

Si la tradición familiar exige la celebración de las cenas en casa de los abuelos o de los tíos, conviene buscarle un sitio, que puede ser en el suelo, cerca del sofá, donde sentarle con una bolsa con juguetes nuevos o que no haya visto desde hace un tiempo, para que esté entretenido.

Estas ocasiones de contacto familiar son buenas para la socialización del niño, pero no seamos pesados con los «besa a» y «saluda a». Se puede ser cariñosos sin continuos achuchones; no hay que esperar que niños tan pequeños se comporten como perfectos ciudadanos.

Hay que despejar el lugar de posibles peligros. Si es en casa ajena, habrá que prevenir a nuestros anfitriones. Un niño de un año se dedica a patrullar en busca de novedades. Cuidado con los objetos y alimentos que puedan producir atragantamientos (peladillas, piezas pequeñas del belén...), con las copas de alcohol, con las velas encendidas, con el acebo y el muérdago (son tóxicos), con ciertos adornos navideños (bolas de cristal). Conviene situar el árbol de Navidad fuera de su alcance.

Cómo organizar las cenas, el sueño...

Las comidas de los adultos en estas fechas (cordero, polvorones, turrón) no son las más adecuadas para un niño tan pequeño. Si le apetece probar algo (ocurrirá sobre todo con los dulces) podemos dárselo con prudencia y en pequeñas cantidades. Si vamos a cenar tarde, suele ser oportuno darles su cena a ellos antes, para que no se desajusten sus horarios y nosotros podamos cenar más tranquilos después.

Si nuestro hijo ha de acostarse más tarde que de costumbre, una buena siesta puede darle cuerda para trasnochar un poco. Algunos niños toleran muy mal que se alteren sus horarios y estar despiertos a deshora puede volverles irritables y quejumbrosos. En ese caso habrá que disponer lo necesario para, incluso fuera de casa, acostarles en un cuarto tranquilo rodeados de las cosas que les dan seguridad (su peluche, su pijama, su mantita, la canción o el cuento de buenas noches...).

Si luego nos lo vamos a llevar a casa para seguir durmiendo, puede ser conveniente despertarle. Algunos niños se angustian y desorientan al despertarse en un lugar diferente a aquél en el que se durmieron.

Los padres debemos ser comprensivos

Las alteraciones en las rutinas del sueño de tu hijo pueden repercutir en su comportamiento diurno y volverle más irritable y caprichoso. No pasa nada por alterarlos unos días, siempre que al terminar las fiestas recuperemos los hábitos y horarios de costumbre. Pero sí hemos de ser comprensivos con los pequeños desajustes que pueden producirse en su comportamiento.

Al día siguiente de una noche movidita se puede permitir que el niño duerma una hora más, pero no mucho más, porque a la noche siguiente le costará dormirse a su hora habitual y se producirá un círculo vicioso.

Los Reyes Magos y Papá Noel, vistos por un bebé (o casi)

A los padres, Papá Noel y los Reyes Magos nos parecen muy simpáticos y amigos de los niños, pero a los niños de un año pueden resultarles demasiado imponentes, con sus barbas y ropajes. Si deseamos que nuestro hijo se haga una foto con alguno de estos personajes, no le lancemos a sus brazos precipitadamente.

Comencemos por permitirle observar a una distancia prudente cómo lo hacen otros niños, y acerquémonos luego sin prisa. Si está atemorizado, mantengámosle a una distancia cautelosa.

Ya podemos llevar al niño a presenciar la cabalgata de Reyes; para él será una experiencia excepcional y disfrutaremos mucho viendo su cara de asombro. Sin embargo, procuremos evitar esperas o caminatas extenuantes, ya que con un año los niños no tienen mucho aguante.

Por: Luciano Montero, psicólogo.
serpadres.es

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