11 feb 2012

¿Tu personalidad engorda?


Estudios recientes demuestran que ciertos temperamentos hacen a las personas más propensas a ganar kilos.

Si eres  de las que han intentado todo tipo de dietas con toda clase de nombres, la South Beach, la Gayelord-Houser y la Hollywood, entre otras; si ya te cansaste de que le digan que lo ideal es evitar las harinas a toda costa, o que tomar orina de mujer embarazada en ayunas es un método infalible cuando se trata de perder peso; si el gimnasio y los aparatos para ejercitarse que venden por televisión no han dado los resultados esperados, quizás hay un factor que no has tenido en cuenta.

La ecuación parece sencilla: comer poco y hacer ejercicio es igual a menos kilos. Sin embargo, en la práctica eso no siempre sucede. Recientes estudios han demostrado que en esta fórmula es clave tener en cuenta el tipo de personalidad, pues de alguna manera hay formas de ser que engordan. La explicación sería que cada temperamento va de la mano con determinados hábitos y algunos de estos llevan a la obesidad. Según una investigación publicada en el Journal of Personality and Social Psychology se sabe que el peso puede contribuir al desarrollo de la personalidad, de manera que, por ejemplo, los obesos pueden desarrollar problemas de depresión, y sus kilos de más les recuerdan su falta de autocontrol. Pero también llama la atención la relación a la inversa: que “el peso pueda reflejar nuestro comportamiento, la forma de ser y estilo de vida”. De acuerdo con el estudio, los más afectados por el sobrepeso son los impulsivos y poco conscientes, a los que les queda difícil ser disciplinados.

También se encontró una relación peso-carácter en quienes tienen rasgos asociados con la personalidad neurótica: inestabilidad emocional, inseguridad, ansiedad, estado continuo de preocupación y tensión, con tendencia a la culpabilidad y a los pensamientos negativos.

Al analizar los resultados en cerca de dos mil pacientes norteamericanos que hicieron parte del trabajo, los especialistas elaboraron una especie de perfil según el cual, en contraste con los que tenían peso normal, los más gorditos eran “más impulsivos, cálidos y abiertos a los demás. También resultaron ser buscadores de emociones, tendían a ser más conservadores, desorganizados y manipulables, además de ser menos abiertos a la estética e ideas. Los participantes obesos parecían ser los más felices, preocupados por el bienestar de los otros, menos activos y menos disciplinados”. Entonces, el ejercicio y una dieta saludable no resultan opciones realistas para una persona a la que se le dificulta restringirse, pues son métodos que exigen tener control personal.

Según Angelina R. Sutin, directora de la investigación, los neuróticos tienden a fumar y a beber y son poco activos. Algo similar ocurre con los más arriesgados: se dejan tentar fácilmente, prefieren los ambientes estimulantes y en ese sentido el alcohol y la comida pueden ser elementos que los estimulan. Y en la lista también aparecen los competitivos, de personalidad cínica y agresivos.

“Las mismas partes del cerebro que controlan las emociones y la respuesta al estrés también manejan el apetito”, explicó Melinda Beck en un artículo titulado ‘Is your Personality Making You Put on Pounds’, en The Wall Street Journal. ?El texto presenta el Top 5 de los tipos de personas más propensas a engordar:

1. Personalidad tipo lechuza: son los que sufren de insomnio. Sus niveles de leptina, la hormona que indica que uno está pleno y satisfecho, bajan, y a su vez aumenta la grelina, hormona que sirve de combustible para el apetito, especialmente de carbohidratos. Una explicación más simple es que comen chucherías durante la noche. Por eso, según Beck, la solución para ellos es “cerrar la cocina después de las 9 p.m.”.

2. Personalidad adicta al estrés: son los que viven en una eterna competencia y en una carrera contra el tiempo. Su fuerza para realizar todo tipo de trabajos viene de la adrenalina y el cortisol, hormonas que sirven para proveer energía en casos de emergencia, pero que cuando no descansan pueden causar problemas de salud como la obesidad. La terapia para los estresados no es otra que buscar actividades relajantes, y el exceso de cortisol se libera con ejercicio.

3. Personalidad multitasker sin sentido: son los que hacen mil cosas al mismo tiempo y eso incluye comer mientras trabajan o ven televisión. Por eso, no son conscientes de cuánto comen. La receta para estos casos es comer despacio y poner toda la atención en esta actividad.

4. Personalidad complaciente: son los que buscan satisfacer las necesidades de los otros antes que las suyas y por eso suelen quedar agotados. Encuentran su consuelo en la comida, están buscando llenar un vacío emocional.

5. Personalidad perfeccionista: aunque suene contradictorio, quienes buscan la perfección llegan a necesitar de la comida como una forma de liberar la presión. Desean tener control sobre todo, pero dentro de ellos puede habitar el descontrol. Por eso, la bulimia puede afectar a individuos con estas características.

Como no hay nada más difícil de cambiar que la forma de ser, de acuerdo con los estudios, en muchos de estos casos los manuales que dicen cómo perder peso en 10 días no sirven y es necesaria la ayuda sicológica. “Los seres humanos somos cuerpo, psique y espíritu, y lo que pasa en uno de estos campos afecta a los otros. Cada adicción es muy simbólica. En el caso de la comida, puede representar el afecto (ingerir como sinónimo de recibir), así como el hecho de que la mamá alimenta a su bebé. En la comida se proyectan muchas ansiedades, por ejemplo, la falta de autoestima”, explica la sicóloga y terapeuta Inés De la Ossa. Añade que por eso “todos los problemas alimenticios deben tratarse con un enfoque multidisciplinario: pueden ayudar un doctor, un nutricionista, y desde la sicología se pueden detectar problemas de fondo”.

/revistafucsia

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